La exfiscal general de Venezuela, Luisa Ortega Díaz, vuelve a estar en el ojo del huracán. Este miércoles 14 de agosto, una usuaria de redes sociales denunció que Ortega Díaz, recién obtenida su residencia en España, retiró 18.000 euros en efectivo para adquirir un vehículo. Este hecho ha reavivado las sospechas sobre el origen de los fondos de quien fuera una de las figuras más controvertidas del chavismo.
Ortega Díaz, quien se encuentra radicada en España desde 2022, parece haber iniciado una nueva vida con gran ímpetu. Según el reporte, apenas obtuvo su documentación legal, se apresuró a sacar el carnet de conducir y, acto seguido, procedió a realizar una cuantiosa extracción de efectivo para adquirir un automóvil.
Este episodio ha generado interrogantes sobre las fuentes de ingresos de Ortega Díaz y su esposo, el exdiputado chavista Germán Ferrer, durante su estancia en territorio español. La opacidad en torno a sus finanzas contrasta con el pasado de la exfiscal, marcado por acusaciones de corrupción y abuso de poder que ella misma lanzó contra el gobierno de Nicolás Maduro en sus últimos días como fiscal general, aunque la propia Ortega había sido parte de esos abusos.
La trayectoria de Ortega Díaz está repleta de claroscuros. Nombrada fiscal general en 2007 por una Asamblea Nacional controlada por el chavismo, fue durante una década una pieza clave en la maquinaria judicial del régimen. Su institución fue instrumental en la persecución de líderes opositores, apoyando condenas que la oposición venezolana consideró injustas y políticamente motivadas.
El cambio de una chavista arrepentida
El cambio de postura de Ortega Díaz en 2017, cuando se convirtió en una feroz crítica del gobierno de Maduro, sorprendió a propios y extraños. Sus denuncias sobre corrupción y violaciones de derechos humanos le valieron la destitución por parte de la Asamblea Nacional Constituyente en agosto de ese año. Acusada de traición, con sus cuentas congeladas y enfrentando una prohibición de salida del país, Ortega Díaz huyó a Colombia junto a su marido.
Muchos cuestionan la sinceridad de su conversión y la ven como una oportunista que saltó del barco cuando este comenzaba a hundirse.
La reciente noticia de su adquisición en efectivo ha reavivado estas suspicacias. ¿De dónde provienen estos fondos? ¿Cómo han logrado Ortega Díaz y su esposo mantener un nivel de vida aparentemente holgado en el exilio?
El caso de Luisa Ortega Díaz ilustra las complejidades y contradicciones de la política venezolana. De defensora acérrima del chavismo a crítica del madurismo, y ahora, una exiliada con recursos cuestionables, su trayectoria es un reflejo de la realidad de Venezuela en las últimas décadas. Mientras tanto, en las calles de alguna ciudad española, un nuevo automóvil circula, llevando consigo el peso de interrogantes sin resolver.