La semana pasada, Estados Unidos designó al cártel de los Soles como una organización terrorista extranjera y situó en la cúspide de esa organización al presidente venezolano Nicolás Maduro. Una decisión que permite a la Administración Trump elevar la presión sobre Caracasincrementando las opciones para una posible operación contra el aparato de poder chavista y también para infringir mayores sanciones económicas. Esto se suma a la fuerza militar desplegada en el Caribe —que incluye 15.000 hombres y el portaaviones más moderno del mundo— y a los ataques que desde septiembre realiza el Ejército contra embarcaciones de supuestos narcotraficantes que zarpan mayoritariamente de las costas venezolanas. Han sido más de una veintena de lanchas hundidas en ataques que dejan más de 80 muertos.

Pero, ¿qué es exactamente el cártel de los Soles? El término comenzó a utilizarse en Venezuela a principios de los 90, según el medio Insight Crime, que investiga el mundo del hampa en las Américas. En aquellos años comenzaron a aflorar casos de militares que extorsionaban a los narcotraficantes colombianos o recibían sobornos —la frontera entre ambas situaciones es en muchas ocasiones difusa— a cambio de facilitar la logística y permitir que la droga transitase por territorio venezolano. Fueron incluidos en el mismo saco por la prensa con la misma denominación.

 

Corrían tiempos convulsos en la vecina Colombiael principal productor de cocaína del mundo. El cártel de Medellín vivía su ocaso y la fuerza pública del país cafetero golpeó con fuerza al narcotráfico. Muchos buscaron rutas alternativas y Venezuelacon más de 2.210 kilómetros de frontera compartida, la mayoría selvática, era perfecta.

 

La dinámica se amplió con el paso de los años. «En los periodos de Gobierno de Hugo Chávez en Venezuela (1999-2013) y Álvaro Uribe en Colombia, que fue de alta tensión binacional, constantemente se hablaba de un grupo de militares de Venezuela que controlaban la frontera con Colombia y apoyaban logísticamente a las guerrillas colombianas, las FARC y el ELN«, comenta a El Confidencial el analista mexicano Raúl Benítez Manaut, experto mexicano en seguridad y crimen organizado.

La simpatía de Chávez por las FARC jugó un papel clave, según los analistas. «Dejaban a esos grupos operar libremente en su territorio, comprar armas, comida, medicinas y les pagaban a los venezolanos con cocaína. Desde territorio venezolano salían avionetas y embarcaciones con cocaína hacia el Caribe«, añade.

La crisis económica de Venezuela supuso una gran debilitación de las condiciones de la fuerza pública del país y el esquema de corrupción con el narcotráfico creció, aseguran los analistas. Pero en lo que la mayoría coincide también es que lo denominado la semana pasada como una organización terrorista por EEUU no es un cártel al uso. De hecho, a duras penas se puede considerar como una organización.

«El cártel de los Soles no existe»

«El llamado cártel de los Soles no es una organización en absoluto, sino una etiqueta puesta al fenómeno de oficiales del Ejército venezolano que hacen dinero con el narcotráfico, usualmente facilitando el tránsito o meramente mirando hacia otro lado», expone Philip Gunson, analista senior del International Crisis Group.

Buena parte de los expertos y analistas de seguridad coinciden en que no se trata de un esquema jerárquico ni de una estructura formal. Sus operadores carecen de estrategias conjuntas y sostenidas en el tiempo, no se coordinan de manera regular ni se reconocen como parte de un grupo definido. Más que una organización, describen un entramado de corrupción crónica y extendida.

«El cártel de los Soles no existe realmente, al menos en el sentido tradicional. No operan como una organización jerárquica como los cárteles mexicanos de Sinaloa o Jalisco Nueva Generación», asegura por su parte John Polga-Hecimovic, profesor titular de la Academia Naval de los EEUU.

La Casa Blanca ha situado a Maduro y también al ‘número dos’ del chavismo, el ministro del InteriorDiosdado Cabello, en la cabeza de la organización. El secretario de Estado, Marco Rubio, acusó en julio al presidente venezolano de ser «el líder de la designada como organización narcoterritorista cártel de los Soles» y responsable de «traficar drogas a EEUU y Europa«.

Tanto Maduro como Cabello han negado la mayor, refutando la existencia del cártel de los soles y calificando la designación de organización terrorista como una forma de Washington de «imponer» una «narrativa» para propiciar un cambio de régimen en Venezuela. Parte de los analistas aseguran que la realidad podría situarse en un término medio entre ambas posiciones.

«Es probable que ni Maduro ni Cabello jueguen papel directo alguno en el esquema», señala Gunson. La trama sí sería, en cualquier caso, clave para el liderazgo chavista. «El Gobierno preside un sistema de impunidad que permite a militares y a funcionarios civiles, mientras sean leales, tomar parte en varias actividades ilícitas sin sanciones«, destaca el analista.

Eso facilitaría al chavismo mantener una unidad férrea porque encarece considerablemente el riesgo de deserción, consideran los expertos, al existir la posibilidad de irse preso por tráfico de drogas. Por contra, la cúpula estaría en riesgo si pierde el apoyo de quienes se lucran con la cocaína.

«Quizás Maduro y Cabello reciban una parte del dinero, pero eso no se ha probado. Hay una acusación del gran jurado en EEUU de 2020 que se refiere a ellos y al considerado cártel, pero está por ver si las pruebas presentadas por los fiscales a los magistrados se sostienen», subraya Gunson.

Existe una acusación expedida por el Departamento de Justicia en 2020, durante la primera presidencia de Trump, basada en parte en las indagaciones de un grupo de fiscales de Nueva York que llevan años investigando el crimen transnacional en la región.

Esa investigación señala a Maduro como líder de un grupo formado por altos militares y funcionarios de Venezuela aliados a grupos guerrilleros colombianos para enviar cocaína a espuertas a EEUU y Europa. Señalan que la droga se utilizó como un «arma» contra los ciudadanos estadounidenses. Los fiscales aseguran que Chávez ordenó al ejército vender armas a la guerrilla.

Parte de las acusaciones están basadas en los testimonios ante las autoridades de dos militares disidentes del chavismo, Hugo «El Pollo» Carvajal y Clíver Alcalá. Ambos se han declarado culpables de narcotráfico y aseguran haber provisto de apoyo logístico a las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) para operaciones de tráfico de armas y narcóticos.

El dossier incluye también casos de importantes decomisos de droga en varios países con altos funcionarios y militares venezolanos implicados y un testimonio de otro capo detenido que aseguró tener en nómina a decenas de generales venezolanos. Menta también el caso de dos sobrinos de Cilia Flores, esposa de Maduro, que fueron aprehendidos por las autoridades estadounidenses en Haití en 2015 y acusados de intentar introducir 800 kilos de cocaína en EEUU. En aquella época tanto Flores como Cabello calificaron la detención como un «secuestro» y negaron las acusaciones. Los jóvenes fueron liberados en 2022 como parte de un intercambio de prisioneros.

No está claro en cualquier caso que Trump valore la actuación del grupo de fiscales del Distrito Sur de Nueva York que fue parte de la acusación contra Maduro.

Algunos de ellos estuvieron también en el procesamiento al hermano del presidente hondureño derechista Juan Orlando Hernández, caso por el que el exmandatario fue condenado en 2024 por un juzgado de Nueva York a 45 años de prisión por haber introducido hasta 400 toneladas de cocaína en EEUU.

La corte lo condenó después de escuchar a los fiscales y por las delaciones de sus excómplices, asegurando que operaba un «narcoestado» por la utilización de medios estatales para el tráfico de drogas. Trump ha dicho este viernes que si la derecha gana en los comicios hondureños de este fin de semana, lo va a indultar.

Volviendo al país caribeño, investigaciones en Venezuela dan cuenta de la actividad de tránsito de drogas en el país, del despegue de avionetas en regiones como Apure rumbo a centroamérica o a islas caribeñas y también de salida de lanchas rápidas rumbo igualmente al Caribe en su periplo al norte para descargar en otras embarcaciones desde donde la droga se transporta a Europa.

«Que el esquema no sea jerárquico como el de Sinaloa o Jalisco Nueva Generación no significa que el Gobierno de Maduro sea inocente. Al contrario, han ofrecido desde hace tiempo protección a los narcotraficantes a cambio de su apoyo, incluso entre los altos mandos militares y las élites civiles», subraya Polga-Hecimovic.

La designación como organización terrorista extranjera (FTO, por sus siglas en inglés) podría poner en aprietos no solo a militares y altos cargos de Estados Unidos, sino también a un número importante de venezolanos en el extranjero. Ese estatus impide a sus miembros entrar en territorio estadounidense. Si se interpreta que el Ejército, en su conjunto, ha formado parte de la organización, podría generar problemas a los migrantes que hayan pasado por las Fuerzas Armadas en las últimas décadas, es decir, a buena parte de los exiliados varones.

Es también un crimen proveer de fondos o tener negocios con los miembros del cártel de los Soles bajo fuertes sanciones y eso podría impedir a empresas extranjeras mantener negocios con cualquier empresa pública venezolana y por supuesto con el Gobierno. Además, congela los activos de sus miembros en el exterior y autoriza sanciones diplomáticas. Todo dependerá de a quién se considere miembro de la organización.

«La mejor manera de entender la reciente caracterización del ‘grupo’, y lo pongo entre comillas ‘grupo’ porque no es un grupo coherente, como una organización terrorista extranjera es que proporciona una justificación legal para posibles ataques dentro de Venezuela y representa una escalada de presión contra el gobierno«, destaca Polga-Hecimovic.

Las acciones de EEUU en el Caribe no se circunscriben solo a Venezuela, aunque es el principal foco de atención. Trump calificó en octubre al presidente colombiano como «líder del narcotráfico» mentando su apoyo al chavismo, mientras Colombia no ha reconocido oficialmente el resultado de las elecciones venezolanas de 2024 y Petro ha tomado en ocasiones una posición de equidistancia criticada furibundamente desde Caracas. Maduro ha llegado a hablar de «izquierda cobarde».

El mandatario del país cafetero da una de cal y otra de arena. Mantiene relaciones diplomáticas con Venezuela, mandó un representante a la toma de posesión de Maduro y defiende que haya unos nuevos comicios en el país vecino, pero dice que nunca serán libres si no se acaban las sanciones de EEUU mientras, a la vez, organiza unas operaciones conjuntas en la frontera muy criticadas por la oposición.

También señaló Trump en su argumentación contra Petro el crecimiento de cultivos de coca durante el Gobierno del izquierdista colombiano, que finaliza el próximo año. Washington descertificó a Colombia como país aliado en su lucha contra las drogas e incluyó al presidente en la lista Clinton de agentes corruptos de América Latina.

Petro, exguerrillero cuyo antiguo grupo, el M19, se disolvió a finales de los años ochenta, se ha defendido alegando que su Gobierno reorientó la política antidroga hacia la incautación —con récords consecutivos en 2024 y 2025— y no hacia la destrucción de cultivos, con el objetivo declarado de no perjudicar al campesino. Es una estrategia que hasta su mismo Gobierno ha acabado por no ver totalmente efectiva, porque recientemente ha vuelto a erradicar cultivos de forma generalizada. El presidente, eso sí, señala recurrentemente, con los datos en la mano, que el crecimiento de cultivos tuvo un salto abrupto durante el Gobierno de su antecesor, el derechista Iván Duque.

Hay investigaciones abiertas sobre el supuesto ingreso de dinero del narcotráfico en su campaña a la presidencia. El presidente asegura que es un montaje y quienes lo defienden sostienen que las campañas de sus antecesoresJuan Manuel Santos y Duque, sufrieron investigaciones similares.

La Administración Trump también ha calificado a México como un «narcoestado» y el presidente no descarta ataques en el suelo del país vecino. Volvió a referirse a ello tras el asesinato del popular alcalde de Uruapan (Michoacán) Carlos Manzo, pero Rubio, cuya relación con la presidenta Claudia Sheinbaum parece haber mejorado considerablemente, lo descartó a las pocas horas. La cúpula venezolana, sin embargo, rechaza de plano a Rubio, que ha hecho carrera con una férrea posición antichavista.

Todavía es pronto para saber cuáles son las implicaciones reales de la designación del cártel de los Soles como grupo terrorista. Apenas ha sido revelada una llamada entre Trump y Maduro que tuvo lugar la pasada semana. Podrían estar moviéndose varios frentes entre bastidores, pero la conversación no evitó que el presidente de EEUU anunciara el supuesto cierre del espacio aéreo venezolano y que anunciara, el pasado jueves, que podría haber ataques por tierra muy pronto.

FUENTE: EL CONFIDENCIAL




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