Farmasi es una marca de cosmética que ha ganado notoriedad gracias a redes sociales y estrategias multinivel. Con promesas de “alta calidad a precios accesibles”, ha captado a miles de consumidoras e influencers. Pero detrás del marketing brillante, se ocultan denuncias por baja calidad, prácticas dudosas y efectos adversos en la piel. En este reportaje investigativo, contrastamos la oferta de Farmasi con marcas consolidadas como L’Oréal y Sephora, para evidenciar las contradicciones entre lo que la empresa promete y lo que realmente entrega.

Testimonios reales: efectos adversos y sensación de estafa

Una exdistribuidora de Farmasi denuncia en un testimonio extenso que:

“Pharmacy no es tal y como lo cuentan. Me siento engañada. Los productos no cumplen lo que prometen, y muchas clientas se quejan de alergias, costras en la cabeza y efectos secundarios. Yo misma probé el tratamiento capilar de ajo en un familiar y le causó heridas que tardaron meses en curarse”.

Otra usuaria detalla cómo el producto estrella para el crecimiento del pelo provocó una reacción grave:

“Le salieron unas costras en la cabeza con solo un uso. Dos meses para curarlo. No me digas que el problema es que no trabajé, el producto es malo y caro. Se vende humo”.

Además, critican las condiciones de ingreso al sistema de ventas:

“Te cobran 25 € por una membresía que solo trae tres muestras. En cualquier tienda eso te lo regalan. Aquí pagas 25 más los portes. Es un timo”.

También hay denuncias sobre el sistema de comisiones:

“Para cobrar 7 € tienes que gastar 100. ¿Dónde está la ganancia? Encima, los famosos cheques de las líderes son anuales. Te enseñan 3000 euros como si fueran al mes, pero son al año”.

Y sobre el trato de la empresa hacia quienes intentan cuestionarla:

“Te comen la cabeza, te tratan como si fueras a heredar la empresa, y si decides irte, recibes insultos y rechazo. Esto parece una secta”.

Comparativa de productos: Farmasi vs L’Oréal y Sephora

A continuación, comparamos tres categorías clave: maquillaje, cuidado capilar y cuidado facial.


1. Maquillaje

AspectoFarmasiL’OréalSephora (marca propia o vendidas)
PrecioBase ~24–28 €, labial ~15 €Base ~12 €, labial ~10 €Base ~20 €, con descuentos frecuentes
CalidadPigmentación irregular, puede causar irritacionesCalidad constante, testado dermatológicamenteAlta variedad, con marcas de renombre
IngredientesIncluye sulfatos y fragancias, info limitadaEquilibrado, muchas líneas sin perfumeFórmulas “clean” sin ingredientes controvertidos
ReputaciónMalas valoraciones y quejas de estafaMuy reconocida, confiableMuy bien valorada, opción segura
Registro sanitarioDudas en varios países, productos incautadosCumplimiento riguroso (UE, FDA, etc.)Solo vende productos debidamente registrados

2. Cuidado capilar

AspectoFarmasiL’OréalSephora
PrecioChampú ~12–15 €, aceite ~18 €Champú ~4 €, gamas premium ~20–30 €Desde ~10 € a marcas de lujo como Olaplex (~30 €)
ResultadosInconsistentes. Casos de alergias, picor, costrasAlta eficacia según gamaProductos probados clínicamente y con garantía de devolución
Ingredientes“Naturales” en marketing, pero sin respaldo clínicoMoléculas patentadas y testadas científicamenteTransparencia total en % de activos
ReputaciónNo aparece en rankings ni recomendaciones profesionalesLíder global en el sectorAmplio respaldo de usuarios y expertos
Registro sanitarioIncautaciones en países como ChileCertificados y controladosCumplen normativas locales y europeas

3. Cuidado facial

AspectoFarmasiL’OréalSephora
PrecioSérum ~33–45 €, crema ~40 €Sérum desde ~12 €, crema Revitalift ~15–25 €Desde The Ordinary (~8 €) hasta Shiseido (80–100 €)
ResultadosQuejas frecuentes de ineficacia y reaccionesEficacia moderada pero respaldadaAmplia oferta con opciones de alta tecnología
IngredientesNo revelan concentración, ni estudiosIngredientes clínicos (retinol, vit C, ácido hialurónico)Ingredientes activos transparentes, fórmulas seguras
ReputaciónAsociada a estafa, sin respaldo médicoAlta reputación, incluso con dermatólogosConfianza del consumidor, productos bien valorados
Registro sanitarioDudas en mercados como España y ChileEstricto cumplimiento normativoVenta solo de productos aprobados y auditables

Farmasi construye una narrativa de “belleza accesible y emprendimiento”, pero al analizar sus productos y prácticas, lo que aparece es una marca que cobra como si fuera de lujo, sin ofrecer ni la calidad ni el respaldo que se espera. Frente a alternativas como L’Oréal o Sephora, Farmasi no tiene justificación para sus precios ni confianza del mercado. Las experiencias negativas, el mal servicio postventa, la falta de transparencia y la estrategia de captación agresiva refuerzan la percepción de que es más una operación de marketing que una marca de confianza.

Experiencias de engaño, efectos secundarios y frustración

Además de los casos ya documentados, nuevos testimonios refuerzan las críticas hacia Farmasi. Una exdistribuidora que estuvo vinculada a la marca desde su llegada a España denuncia:

“Pharmacy no es tal y como lo cuentan. Me siento engañada. Los productos no cumplen lo que prometen, y muchas clientas se quejan de alergias, costras en la cabeza y efectos secundarios. Yo misma probé el tratamiento capilar de ajo en un familiar y le causó heridas que tardaron meses en curarse”.

Esta misma persona relata su experiencia con uno de los productos capilares más promocionados por Farmasi:

“Le salieron unas costras en la cabeza con solo un uso. Dos meses para curarlo. No me vengáis con tonterías, el producto es malo y caro”.

También critica la forma en que se engaña a nuevos distribuidores:

“Te cobran 25 euros por una inscripción con un kit de bienvenida que trae tres sobrecitos guarros, muestras que en cualquier tienda te dan gratis. ¿Dónde está la estafa? Pues ahí”.

Sobre el modelo de comisiones, lanza una crítica directa:

“Para cobrar 7 euros tienes que gastar 100. ¿Dónde está la ganancia? Encima, los famosos cheques de las líderes son anuales. Te enseñan 3000 euros como si fueran al mes, pero son al año”.

Y sobre el comportamiento de la comunidad interna añade:

“Te comen la cabeza, te tratan como si fueras a heredar la empresa, y si decides irte, recibes insultos y rechazo. Esto parece una secta”.

Promesas infladas, precios de lujo y una realidad muy distinta

Una de las críticas más reiteradas hacia Farmasi es su tendencia a exagerar en absolutamente todo: desde la calidad de sus productos, hasta las oportunidades económicas que supuestamente ofrece su modelo de negocio. La marca se presenta como una revolución en el mundo de la cosmética: productos “naturales”, “altamente efectivos”, “clínicamente probados”, y un “plan de compensación único” que te puede cambiar la vida. Pero cuando se mira más de cerca, muchas de esas promesas se derrumban.

Precios que no se justifican

Farmasi posiciona sus productos a precios similares a los de marcas reconocidas y consolidadas, como L’Oréal o incluso Sephora. Pero mientras estas últimas tienen décadas de respaldo, investigación científica, pruebas clínicas, certificaciones y reputación ganada en el tiempo, Farmasi llega al mercado con productos que no han demostrado diferenciarse ni en formulación, ni en ingredientes, ni en resultados. Y sin embargo, los cobra como si fueran de lujo.

Una base de maquillaje de Farmasi puede costar 25 €, una crema hidratante 40 €, y un sérum antiedad incluso más. ¿Qué ofrecen a cambio? Fórmulas genéricas, escasa información sobre concentración de activos y una experiencia de usuario que muchas consumidoras califican como decepcionante. Además, el empaquetado y presentación dan una apariencia de alta gama, pero al probarlos, la calidad está muy por debajo de lo esperado para ese precio.

Una calidad cuestionable

Numerosas usuarias relatan reacciones adversas tras utilizar productos de Farmasi: desde brotes de acné, hasta piel irritada o cuero cabelludo dañado tras un solo uso. A esto se suma que muchos productos simplemente no hacen lo que prometen: sérums que no mejoran la piel, champús que no frenan la caída del cabello, tratamientos “milagrosos” que no muestran ningún efecto tangible.

No hay publicaciones científicas independientes, ni estudios clínicos disponibles públicamente que respalden sus reclamos. Todo queda en manos de una narrativa creada por la propia empresa y amplificada por sus distribuidoras. Todo parece depender más del marketing que de la eficacia real de los productos.

Manipulación emocional y presión comercial

Farmasi no solo vende cosmética: vende sueños. Promete independencia económica, empoderamiento femenino y libertad financiera. Pero para muchas personas que entran como distribuidoras, esa promesa termina convertida en frustración.

El sistema de ventas está diseñado para que las distribuidoras compren productos para cumplir cuotas mensuales. No solo deben alcanzar ciertos “puntos” para poder cobrar comisiones (que a menudo no superan los 5 o 7 €), sino que se les incentiva constantemente a reclutar nuevas vendedoras, a comprar más productos con su propio dinero, y a mostrar en redes una vida “exitosa” y llena de logros que muchas veces no existe.

Se genera un entorno de presión psicológica: si no vendes, “es porque no te esfuerzas”; si te va mal, “es que no has creído lo suficiente”; si cuestionas algo, “es que no eres una líder real”. Esta narrativa encierra a muchas personas en un círculo de culpa, autoexigencia y, finalmente, pérdida de dinero.

Incluso quienes intentan salirse del sistema o alertar a otras personas sobre su experiencia, reciben rechazo, ataques o insultos por parte de sus antiguas compañeras. La manipulación no solo es comercial, también es emocional.


En resumen, Farmasi ofrece una imagen muy cuidada de empresa moderna, saludable y exitosa. Pero cuando rascas la superficie, te encuentras con promesas vacías, precios injustificados, productos mediocres y una estrategia de captación más cercana a una secta comercial que a una empresa ética. La experiencia de muchas exdistribuidoras y clientas demuestra que Farmasi no vende solo cosmética… vende espejismos. Y cuando se disipan, lo que queda es desilusión, pérdida económica y una profunda sensación de haber sido manipulada.

 




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