En un hecho que ha llamado la atención dentro del mundo ganadero en Colombia y Venezuela, recientes revelaciones han puesto de manifiesto la red de relaciones que une a la familia venezolana Rujano Garófalo con el difunto narcotraficante colombiano José Guillermo «Ñeñe» Hernández. Esta historia, que parece sacada de un thriller de ficción, ha comenzado a desentrañar un complejo entramado de negocios, amistades peligrosas y fortunas de dudosa procedencia que se extiende a través de las fronteras de varios países.

El epicentro de esta tormenta mediática es Vicente Rujano Garófalo, un empresario venezolano cuya trayectoria ha estado marcada por un ascenso meteórico en el mundo de los negocios. Sin embargo, lo que en un principio parecía ser la historia de éxito de un emprendedor audaz, se ha transformado en un relato plagado de interrogantes sobre el origen de su fortuna y la verdadera naturaleza de sus actividades empresariales.

Vicente Rujano

Las alarmas comenzaron a sonar cuando, el pasado 30 de julio, el portal Ciudad Gótica News sacó a la luz una serie de revelaciones que vinculan estrechamente a los Rujano Garófalo con el difunto «Ñeñe» Hernández, un personaje tristemente célebre en el submundo del narcotráfico colombiano. Estas conexiones no se limitan a simples encuentros casuales, sino que apuntan a una relación profunda y duradera que se extendía tanto en el ámbito personal como en el de los negocios.

La familia Rujano Garófalo, originaria del estado Táchira en Venezuela, ha construido un imperio empresarial que abarca desde la ganadería hasta sofisticadas operaciones financieras internacionales. Su presencia se hace sentir en Colombia, donde son propietarios de la Finca Villa Cecilia en Piedecuesta, Santander, a escasos kilómetros de Bucaramanga. Esta propiedad, curiosamente, se encuentra en la misma región donde «Ñeñe» Hernández tenía intereses significativos, lo que ha alimentado las especulaciones sobre una posible sociedad entre el narcotraficante y la familia venezolana.

Viaje repentino a España

En un esfuerzo por arrojar luz sobre este complejo entramado, nuestro equipo periodístico ha logrado establecer contacto con una dama cercana a la familia Rujano Garófalo. Esta persona, que ha solicitado permanecer en el anonimato, expresó su desconcierto ante la noticia de que Vicente Rujano había abandonado Colombia de manera precipitada, con destino a España. El repentino viaje ha añadido más misterio al caso.

La misma fuente comentó sobre las operaciones comerciales de la familia. Destacó la importancia de Disprogata C.A., una empresa propiedad de los Rujano Garófalo con sede en Coloncito, estado Táchira, Venezuela. Esta compañía, que lleva operando desde 2015, se dedica a la exportación de alimentos para animales y, curiosamente, se encuentra celebrando su aniversario en medio de esta tormenta mediática. Además, mencionó la existencia de otra entidad empresarial familiar, Rujano GAP, aunque no proporcionó detalles sobre sus actividades específicas.

El viaje apresurado de Vicente Rujano a España ha generado una serie de interrogantes. ¿Se trata de un simple viaje de negocios? ¿Es una escapada de placer? O, como algunos especulan, ¿podría ser un intento de poner a resguardo su fortuna en territorio europeo? Las respuestas a estas preguntas permanecen en el ámbito de la conjetura, aunque los recientes informes periodísticos han añadido luces al tema.

Según las revelaciones de Ciudad Gótica News, Vicente Rujano ha estado manteniendo una relación extramarital con la venezolana Yessika Yépez, contadora pública e influencer del fitness. Yépez es oriunda del estado Táchira, al igual que Rujano. Los informes sugieren que la pareja ha establecido lo que se describe como un «nidito de amor» en España, lo que podría explicar, al menos en parte, los frecuentes viajes de Rujano al país ibérico.

Yéssika Yépez

Esta información, lejos de ser un mero chisme de farándula, adquiere relevancia en el contexto más amplio de las actividades empresariales y las conexiones de los Rujano Garófalo, dando cabida a preguntas sobre el uso de la fortuna familiar y la posible mezcla de asuntos personales con los negocios del clan.

Gisela Garófalo y Waldo Rujano

El patriarca de la familia, Waldo Rujano Mora, junto a su esposa Gisela Garófalo Contreras, han sido testigos del crecimiento exponencial de la fortuna familiar. Su hija, Andrea Rujano Garófalo, médico esteticista de profesión, ha diversificado los intereses familiares con su clínica de trasplante capilar «Capil Clinic» en San Cristóbal. Sin embargo, es Vicente Rujano Garófalo quien se ha convertido en el foco de atención de las investigaciones y rumores.

Andrea Rujano

La relación entre los Rujano Garófalo y «Ñeñe» Hernández no se limita a coincidencias geográficas. Evidencia fotográfica y videográfica muestra una cercanía inquietante entre ambas familias. Un video particularmente revelador muestra a «Ñeñe» Hernández en una fiesta en 2016, compartiendo con Juan Felipe Pacheco Pérez, otro ganadero de Santander, en un ambiente de evidente camaradería y confianza. La música de fondo, interpretada por el reconocido cantante de vallenato Iván Villazón, servía como telón de fondo a lo que parece ser una reunión de la alta sociedad ganadera de la región.

«Ñeñe» Hernández y Juan Felipe Pacheco

 

La trama se complica aún más cuando se revela que Juan Felipe Pacheco Pérez no es solo un conocido de «Ñeñe» Hernández, sino también un socio cercano de Vicente Rujano. Ambos comparten intereses en la cría de ganado Brahman rojo, y su relación se extiende más allá de lo puramente profesional. Pacheco, propietario de la hacienda La Magdalena en Sabana de Torres, Santander, es conocido en la región como «socio» de Rujano.

Juan Felipe Pacheco (al frente) y detrás de él, Juan Santiago Martínez y Vicente Rujano.

El asesinato de «Ñeñe» Hernández en Brasil el 2 de mayo de 2019 marcó un punto de inflexión en esta historia. Las condolencias públicas de Pacheco Pérez no solo revelaron la profundidad de su relación con el fallecido narcotraficante, sino que también mencionaron la tristeza que embargaba a Vicente Rujano por la pérdida. Este detalle, aparentemente insignificante, se ha convertido en una pieza clave del rompecabezas que ahora muchos intentan armar.

La sombra de la sospecha se cierne sobre el imperio empresarial de los Rujano Garófalo. Sus negocios, que se extienden desde Colombia hasta Estados Unidos, pasando por Venezuela y Panamá, están generando serias dudas sobre la legalidad de sus operaciones. La pregunta que flota en el aire es: ¿Hasta qué punto la fortuna de esta familia se benefició de su relación con «Ñeñe» Hernández?

Un entramado empresarial bajo escrutinio

El velo que cubre las actividades empresariales de la familia Rujano Garófalo comenzó a descorrerse en agosto de 2018, durante un evento aparentemente inocuo: una campaña publicitaria de Carnes Grin, una empresa colombiana de carne procesada con sede en Bucaramanga. Lo que a primera vista parecía un simple acto promocional, se convirtió en una pieza clave del rompecabezas al revelar la presencia de María Mónica Urbina, esposa del ya fallecido «Ñeñe» Hernández, junto a Waldo Rujano, padre de Vicente.

Waldo Rujano y María Mónica Urbina

Esta coincidencia levantó sospechas sobre la naturaleza de la relación entre ambas familias. ¿Es Carnes Grin un mero negocio legítimo o ha servido como fachada para actividades más oscuras? Las representantes legales de la empresa, Tamaithi Ocampo Hevia y Diana Yurley Arenas Rueda, han sido señaladas por fuentes locales como posibles testaferros de los Rujano Garófalo, añadiendo otra capa de complejidad a esa red.

La madeja empresarial se extiende más allá de las fronteras colombianas. En Panamá, la familia opera a través de Global Enterprise Wavg, Inc., una compañía cuyo nombre parece ser un guiño a las iniciales de los miembros del clan: Waldo, Andrea, Vicente y Gisela. Esta empresa, junto con Track Industries, S.A., forma parte de un entramado corporativo que despierta interrogantes sobre el origen y destino de los fondos que manejan.

El emporio de los Rujano Garófalo no se limita a Sudamérica. Entre 2013 y 2019, Vicente Rujano, junto con su padre Waldo, su hermana Andrea y el abogado Germán De Jesús Rincón Montilla, establecieron cerca de 60 empresas en Florida, Estados Unidos. Estas compañías, varias de ellas con nombres que evocan localidades del Táchira venezolano, como Capacho LLC o Abejales LLC, han levantado sospechas sobre posibles operaciones de lavado de dinero.

La expansión inmobiliaria de la familia en territorio estadounidense es particularmente llamativa. Se estima que poseen más de un centenar de propiedades, la mayoría destinadas al alquiler. Esta actividad coincide sospechosamente con la época en que recibieron divisas preferenciales del extinto CENCOEX en Venezuela, un organismo que ha sido señalado como foco de corrupción y desvío de fondos públicos.

El pasado de algunos colaboradores cercanos a los Rujano Garófalo también arroja sombras sobre sus operaciones. Germán Rincón Montilla, quien funge como una especie de administrador para las propiedades de la familia en Florida, fue sancionado en 2005 por la Contraloría General de Venezuela por incurrir en prácticas irregulares durante su desempeño como funcionario público.

Mientras tanto, la figura de Juan Felipe Pacheco, amigo cercano de «Ñeñe» Hernández y socio de Vicente Rujano, añade otra dimensión a esta historia. Pacheco, a pesar de su aparente éxito en el mundo ganadero, arrastra un historial de deudas y demandas interpuestas por entidades bancarias como el Banco Itaú Colombia, Banco Davivienda y Scotiabank Colpatria.

Juan Felipe Pacheco y Vicente Rujano (primero y segundo a la izquierda de la foto, respectivamente)

La trama se complica aún más cuando se considera el trágico final de «Ñeñe» Hernández, asesinado en Brasil en mayo de 2019. Hernández, quien había sido objeto de tres atentados fallidos, estaba siendo investigado por varios delitos, incluyendo un homicidio en 2011. Las interceptaciones telefónicas revelaron sus vínculos con el narcotráfico y el lavado de activos, así como su supuesta participación en la financiación de la campaña presidencial de Iván Duque en 2018, un escándalo conocido en Colombia como la «Ñeñepolítica».

La extinción de dominio aplicada a las propiedades de Hernández tras su muerte, valoradas en más de 2 billones de pesos colombianos, subraya la magnitud de las operaciones en las que estaba involucrado. Este hecho genera interrogantes sobre el alcance de la participación de los Rujano Garófalo en estas actividades y el grado en que pudieron haberse beneficiado de su asociación con el narcotraficante.

A medida que se desarrolla esta historia, surgen más preguntas que respuestas. ¿Cuál es la verdadera naturaleza de la relación entre los Rujano Garófalo y el difunto «Ñeñe» Hernández? ¿Cómo han logrado expandir sus operaciones comerciales de manera tan rápida y exitosa en tres países diferentes? ¿Y qué papel juega España en este complejo entramado de negocios, relaciones personales y posibles actividades ilícitas?

Las autoridades de Colombia, Venezuela, Estados Unidos y España tienen ahora la tarea de investigar a fondo esta red de conexiones y determinar si, detrás de la fachada de empresas ganaderas y operaciones inmobiliarias, se esconde una compleja trama de lavado de dinero proveniente del narcotráfico.

Mientras tanto, el caso de los Rujano Garófalo y sus vínculos con «Ñeñe» Hernández se perfila como uno de los escándalos más intrigantes y potencialmente reveladores en la intersección del mundo empresarial y personajes como Hernández, quien fuese figura prominente del crimen organizado en Colombia.


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