La reconocida caricaturista venezolana Rayma Suprani ha alzado su voz enérgicamente a través de las plataformas digitales para denunciar un flagrante caso de violación a sus derechos de autor por parte de la empresa de alimentos La Lucha C.A. La artista, conocida por su estilo mordaz y crítico, especialmente en el ámbito político, no ha escatimado en calificativos para expresar su indignación ante lo que considera un acto deleznable e irrespetuoso hacia su trabajo y hacia los principios básicos de la propiedad intelectual.

Suprani relató detalladamente en su cuenta de X  (antes Twitter) cómo la empresa se puso en contacto con ella hace aproximadamente un mes. El intermediario fue Nicolás Suárez, un miembro de la directiva de La Lucha, quien le propuso la compra de los derechos de autor de una de sus obras: una ingeniosa reinterpretación de la icónica pintura “La joven de la perla” de Johannes Vermeer. En la versión de Suprani, titulada “La mujer de la tripa e perla”, la protagonista aparece degustando empanadas, un toque de humor que caracteriza el sello personal de la artista.

A pesar de la oferta, Rayma se negó rotundamente a ceder los derechos de su creación. Sin embargo, la empresa, haciendo caso omiso a la negativa de la artista y en un acto que raya en lo grotesco, procedió a reproducir la imagen sin ningún tipo de autorización. La indignación de Suprani quedó plasmada en sus propias palabras: “Quiero expresar mi más profundo desagrado por esta acción de plagio e irrespeto a la palabra y al derecho de autor. De esta manera NO se construye un país.”

La Lucha: ¿un reflejo del hambre voraz por los derechos ajenos?

La ilustradora venezolana no se limitó a expresar su descontento en el mundo virtual. Acompañando sus palabras, publicó una fotografía que evidencia la gravedad de la situación. En la imagen se pueden apreciar varias copias impresas y enmarcadas de su obra “La mujer de la tripa e perla”, apoyadas contra un mueble, como si de un botín se tratase. La imagen habla por sí sola, mostrando el desparpajo con el que la empresa ha utilizado la obra de Suprani sin ningún tipo de escrúpulo.

Ante este atropello, Rayma ha exigido a la empresa la retirada inmediata de todas las reproducciones de su obra, tanto del espacio público como privado. La artista ha dejado claro que no permitirá que su trabajo sea utilizado sin su consentimiento y ha instado a la empresa a actuar con ética y respeto hacia la propiedad intelectual. “Si desean tener una imagen para su empresa que llegue a los venezolanos, impriman los valores de respeto, de legalidad y no todo lo contrario”, sentenció la caricaturista.

Es importante destacar la trayectoria de Rayma Suprani, quien ha dedicado su vida a la creación artística y al ejercicio crítico a través del dibujo. Nacida en Caracas en 1969, su talento innato la llevó a formarse en el taller de Pedro Centeno Vallenilla y a cursar estudios de periodismo en la Universidad Central de Venezuela.

Su carrera profesional la ha llevado a colaborar con importantes medios impresos venezolanos como Economía Hoy y El Diario de Caracas. Sin embargo, su trabajo más reconocido lo desarrolló durante 19 años como caricaturista principal del periódico El Universal.

El costo de la sátira: la expulsión de Rayma

En 2014, el filo de la pluma de Rayma, siempre crítico con el poder, le costó su puesto en El Universal. Una caricatura en la que satirizaba al entonces presidente Hugo Chávez fue la gota que colmó el vaso de la tolerancia del régimen, forzando a la artista a tomar el amargo camino del exilio. Desde entonces, reside en Miami, Estados Unidos, donde continúa ejerciendo su libertad de expresión a través del arte.

A pesar de la persecución y la censura a la que ha sido sometida, el trabajo de Suprani ha cosechado el reconocimiento internacional. Su obra ha sido expuesta en diversos países y ha sido galardonada en múltiples ocasiones. Además, la artista forma parte de la organización Cartooning for Peace, que agrupa a caricaturistas de todo el mundo comprometidos con la libertad de expresión y la paz.

Resulta paradójico, y a la vez revelador, que una empresa como La Lucha, que pretende conectar con los venezolanos a través de la tradición culinaria, actúe de forma tan poco ética y atropellada con una artista de la talla de Rayma Suprani. La empresa, fundada en 1961, ha logrado posicionarse como una marca conocida en Venezuela, especialmente por su harina de maíz para arepas, un alimento esencial en la mesa venezolana.

Sin embargo, detrás de la imagen de tradición y familiaridad que la empresa proyecta, se esconde la sombra de un personaje oscuro y controvertido: Carlos Martín Rodríguez Ledezma. Aunque no es mencionado directamente por Rayma en su denuncia pública, Rodríguez Ledezma, actual dueño de La Lucha, tiene una responsabilidad ineludible en este lamentable episodio.

El rostro detrás de la máscara: Carlos Martín Rodríguez Ledezma

Carlos Martín Rodríguez

Carlos Martín Rodríguez Ledezma heredó de su padre las riendas de la empresa familiar. Bajo su dirección, La Lucha ha estrechado lazos con la administración de Nicolás Maduro, convirtiéndose en un apéndice más del entramado económico que sostiene al régimen. Esta alianza ha resultado muy lucrativa para Rodríguez Ledezma, pero su fortuna no ha hecho más que amplificar la oscuridad de sus acciones.

Diversas fuentes han sacado a la luz la verdadera cara de este empresario, calificándolo como un “monstruo” y acusándolo de cometer graves delitos como agresión sexual, maltrato físico y psicológico, y amenazas. Su comportamiento, según describen quienes lo conocen, está marcado por el sadismo, la misoginia y una peligrosa psicopatía.

Lejos de enfrentar la justicia por sus actos, Rodríguez Ledezma ha utilizado su poder e influencias para silenciar a sus víctimas y borrar su rastro en los medios de comunicación. Mediante el uso de empresas especializadas en censura y la compra de voluntades, ha logrado que su nombre se mantenga alejado de los titulares.

A pesar de sus esfuerzos por ocultar su verdadera naturaleza, varias sentencias del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) de Venezuela dan fe de los delitos cometidos por este individuo. Las acusaciones en su contra incluyen violencia física, psicológica y amenazas, delitos tipificados en Venezuela en la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia.

Sentencia Nº 2379 de Tribun… by Presents 360

Atroces agresiones, víctimas silenciadas y una justicia corrupta

Uno de los casos más atroces documentados en Venezuela es precisamente el de Belén Cecilia Vallenilla Gutiérrez, exesposa de Rodríguez Ledezma y madre de sus tres hijos. Vallenilla ha denunciado públicamente las brutales golpizas que sufrió a manos del empresario, incluso durante su embarazo. Las agresiones le causaron graves lesiones en el rostro, la cabeza, el hombro y otras partes del cuerpo.

A pesar de las evidencias y el testimonio de la víctima, la justicia venezolana se ha mostrado incapaz de frenar al “monstruo de La Lucha”. La misma jueza que condenó a Rodríguez Ledezma por violencia de género fue destituida y se vio obligada a buscar asilo en Estados Unidos. La secretaria del tribunal también fue removida de su cargo y la defensora pública que representaba a Vallenilla desapareció sin dejar rastro.

A pesar del miedo y la impunidad que envuelve este caso, Belén Vallenilla decidió tiempo atrás alzar su voz. En un valiente testimonio audiovisual, relató con crudeza las vejaciones y torturas que sufrió durante años. Describe a un hombre cruel y despiadado que descargaba su furia sobre ella sin ningún tipo de remordimiento.

Las denuncias contra Carlos Martín Rodríguez Ledezma lo retratan no solo como un agresor, sino como un individuo capaz de infligir un dolor atroz de forma sistemática. En el caso de Belén Cecilia Vallenilla Gutiérrez, los maltratos iban más allá de simples episodios de violencia, configurando un patrón de abuso físico y psicológico que dejó profundas cicatrices.

Según el testimonio de Vallenilla, las golpizas eran de una brutalidad inusitada. Rodríguez Ledezma, emulando la violencia de los luchadores que dan nombre a su marca, la golpeaba en el rostro, la cabeza y diversas partes del cuerpo, sin importar que estuviera embarazada de sus hijos. La violencia era tal, que en ocasiones parecía querer herir también a los bebés que ella llevaba en su vientre.

Estos actos de barbarie se cometían con total impunidad dentro del hogar que compartían, un espacio que en lugar de ser un refugio se convertía en una jaula donde reinaba el terror. La crueldad de Rodríguez Ledezma no tenía límites, infligiendo sufrimiento físico y emocional a quien había jurado amar y proteger.

 

Las secuelas de las brutales golpizas sufridas por Belén Vallenilla no fueron solo físicas, sino también psicológicas. Las cicatrices invisibles del miedo, la humillación y la impotencia la acompañaron durante años, hasta que finalmente encontró la fuerza para romper el silencio y denunciar a su verdugo.

Acusación Contra Carlos Mar… by Presents 360

Tras su divorcio, Belén Vallenilla ha rehecho su vida y se ha convertido en una reconocida activista por los Derechos Humanos. Actualmente se desempeña como conferencista, inspirando a otras mujeres a romper el silencio y luchar contra la violencia de género.

El legado del monstruo: una historia empresarial manchada por la controversia

Carlos Martín Rodríguez Ledezma

Carlos Martín Rodríguez Ledezma, el hombre detrás de la fachada de respetable empresario, ha construido su imperio a base de violencia, corrupción e impunidad. Mientras disfruta de su fortuna en Caracas, Islas Canarias y Miami, intenta desesperadamente borrar las huellas de sus crímenes y acallar a quienes se atreven a desafiarlo.

A pesar de sus esfuerzos por limpiar su imagen, la verdad sobre Carlos Martín Rodríguez Ledezma sigue saliendo a la luz.

Juzgado Segundo de Primera … by Presents 360

Más allá de la polémica actual, es importante contextualizar la trayectoria de La Lucha en el panorama empresarial venezolano. Con más de 60 años de historia en el sector agroindustrial y de alimentos, esta empresa se ha convertido en un nombre familiar para los venezolanos.

Fundada en enero de 1961 por inmigrantes canarios, La Lucha ha crecido hasta convertirse en una de las principales productoras y distribuidoras de alimentos del país. Su portafolio de productos abarca desde la icónica harina de maíz para arepas hasta una amplia gama de cereales y leguminosas.

La expansión de la empresa es notable. Actualmente, cuenta con instalaciones estratégicamente ubicadas en cuatro estados venezolanos: Carabobo, Miranda, Portuguesa y Guárico. Estas plantas de producción, que suman más de 190,000 metros cuadrados, no solo se dedican a la elaboración de alimentos para consumo humano, sino que también han diversificado su producción hacia el sector de alimentación animal.

Sin embargo, el éxito empresarial de La Lucha contrasta fuertemente con las sombras que se ciernen sobre su actual propietario. Carlos Martín Rodríguez Ledezma, quien heredó el negocio familiar, ha sido diagnosticado con trastorno bipolar, según fuentes cercanas al caso. Esta condición, no tratada adecuadamente, podría explicar en parte su comportamiento errático y violento, aunque de ninguna manera lo justifica.

El perfil de Rodríguez Ledezma se completa con detalles de su pasado que arrojan luz sobre la formación de su personalidad problemática. Egresado del Colegio San Agustín en Caracas, ya desde su época escolar mostraba tendencias agresivas y abusivas, especialmente hacia los más jóvenes y las mujeres. Estos comportamientos, lejos de ser corregidos, parecen haberse exacerbado con el tiempo y el poder adquirido.

Tras su divorcio de Belén Vallenilla, Rodríguez Ledezma volvió a contraer matrimonio y tuvo una hija. Sin embargo, las fuentes consultadas sugieren que los problemas de violencia persisten en su nuevo hogar, con su actual esposa presuntamente mostrando comportamientos igualmente agresivos.

En el ámbito financiero, la investigación ha revelado la existencia de varias empresas registradas en Panamá a nombre de Rodríguez Ledezma. Aunque actualmente inactivas, INVERSORA FRANJACAR S.A., INVERSORA PACO, S.A. y RECURTEN, S.A. levantan sospechas sobre posibles operaciones de blanqueo de capitales.

Este entramado de empresas offshore, combinado con sus conexiones políticas en Venezuela, ha permitido a Rodríguez Ledezma amasar una fortuna considerable. Sin embargo, su riqueza no ha logrado borrar su turbulento pasado ni silenciar a todas sus víctimas.

Los Rodríguez Ledezma, de origen canario, iniciaron su vida en Venezuela desde una posición modesta. La familia residía en un apartamento de clase media en la avenida Páez, en El Paraíso, Caracas, a escasos metros del otrora famoso restaurante El Torreón. Este contraste con sus amigos, que habitaban en lujosas quintas, podría haber sido el germen de la ambición desmedida que más tarde caracterizaría a Carlos Martín.

Tras graduarse como economista en la Universidad Santa María, Rodríguez Ledezma emprendió una calculada estrategia de ascenso social. Según fuentes cercanas, buscó deliberadamente una relación con una joven de alto nivel económico y social, proveniente de la Caracas mantuana. El embarazo temprano de su novia marcó el inicio de una vida familiar plagada de abusos y desgracias.

Lo más alarmante de esta historia es el silencio cómplice que ha rodeado a Rodríguez Ledezma. Ninguno de sus antiguos compañeros y amigos se ha pronunciado en su contra, prefiriendo mirar hacia otro lado ante las evidencias de su comportamiento abusivo. Este muro de silencio ha contribuido a la impunidad de la que ha gozado durante años.

En el ámbito legal, el empresario ha demostrado una habilidad inquietante para evadir la justicia. Ha contratado a los más costosos bufetes de abogados de Venezuela, incluyendo a los hermanos Escarrá, conocidos por sus vínculos con el chavismo. Esta estrategia legal agresiva ha resultado en la misteriosa desaparición de varias sentencias judiciales en su contra de los registros públicos.

Actualmente, Rodríguez Ledezma divide su tiempo entre Caracas, las Islas Canarias y Miami. En esta última ciudad, busca obtener una visa de inversionista, lo que le permitiría establecerse en Estados Unidos a pesar de su turbulento historial. Mientras tanto, continúa amenazando a sus críticos con acciones legales y utiliza sofisticadas técnicas de gestión de reputación online para borrar su pasado de internet.

La historia de La Lucha y su propietario es un reflejo oscuro de cómo el poder económico y las conexiones políticas pueden proteger a individuos peligrosos. Mientras la empresa sigue creciendo y diversificándose, aprovechando sus vínculos con la administración de Nicolás Maduro, las víctimas de Rodríguez Ledezma siguen buscando justicia.

Mientras tanto, la empresa La Lucha, convertida en un símbolo de la degradación moral que corroe a la sociedad venezolana, continúa operando con total normalidad. En cada paquete de harina de maíz que llega a los hogares venezolanos, se esconde el rostro siniestro del “monstruo”, algo que recuerda que la justicia aún está lejos de ser alcanzada.


Denuncias contra Marta Albiach por extorsión y prácticas fraudulentas en edición de videos

 
 

escuelainternacionaldelainfluencia.com

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *