Una ola de indignación se ha desatado en las redes sociales venezolanas tras la difusión de un video protagonizado por el actual mandatario y candidato a la reelección por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), Nicolás Maduro. El clip, que ha generado una intensa polémica, muestra al presidente utilizando los servicios de Ridery, una aplicación de transporte similar a Uber, pero de origen venezolano.

En medio de la pandemia de Covid-19, el 15 de marzo de 2021 la aplicación móvil Ridery hizo su debut en Caracas, emergiendo como una respuesta innovadora a los desafíos del transporte en la ciudad. La iniciativa fue el resultado del esfuerzo conjunto de Gerson Gómez, Ramón Eduardo Rodríguez y el progenitor de Rodríguez. Juntos, lograron crear una herramienta para ofrecer soluciones de movilidad en un momento en el que eran necesarias.

El incidente que desencadenó la controversia

El pasado jueves 18 de julio de 2024, Maduro compartió en sus redes sociales un video en el que se le ve abordando un vehículo de Ridery junto a su esposa, Cilia Flores, conocida popularmente y por el propio Maduro como «Cilita». El destino del viaje era el emblemático Teatro Teresa Carreño, ubicado en Caracas.

En el material audiovisual, que rápidamente se viralizó, se puede apreciar al mismísimo fundador de la aplicación, Gerson David Gómez, al volante del automóvil que transportó al mandatario. Este detalle no pasó desapercibido para los usuarios de las redes sociales, quienes interpretaron el gesto como un claro apoyo de la empresa hacia el gobierno de Maduro.

Nicolás Maduro, lejos de mantener un perfil bajo sobre el asunto, decidió hacer alarde de la situación a través de su cuenta en la red social X (anteriormente conocida como Twitter). En su publicación, el mandatario comentó con entusiasmo: «Estaba con Cilita esperando un Ridery para irnos al Teresa Carreño. ¡Adivinen qué, el primer viaje me salió gratis!».

Esta declaración, lejos de apaciguar los ánimos, encendió aún más la polémica entre los ciudadanos venezolanos, quienes vieron en este gesto una muestra más de los privilegios de los que goza la clase gobernante, en contraste con las dificultades económicas que enfrenta gran parte de la población.

La respuesta ciudadana: campaña de boicot

Como consecuencia directa de este episodio, se ha gestado un movimiento espontáneo en las redes sociales. Numerosos usuarios han unido sus voces en una campaña de boicot contra Ridery, expresando su descontento con el hashtag #BoicotARidery.

La iniciativa no se limita simplemente a dejar de utilizar el servicio. Los promotores del boicot están instando a los usuarios a tomar medidas más contundentes, como la eliminación completa de sus cuentas en la plataforma.

En medio de la controversia, algunos usuarios han compartido consejos prácticos para aquellos que deseen sumarse al boicot. Emanuel Figueroa, a través de su cuenta @EmaFigueroaC, hizo hincapié en la importancia de eliminar la cuenta y no solo la aplicación: «Importante que eliminen la cuenta para que se borren todos los datos personales que se dieron a la app».

Por su parte, el usuario conocido como Capitán Cavernícola (@RomeritoEli) ofreció instrucciones detalladas sobre cómo proceder correctamente: «Señores antes de eliminar una app de su teléfono, deben borrar los Datos!! Vayan a aplicaciones, luego la app que quieran borrar, cuando estén en la app que quieren borrar, le dan a la parte de almacenamiento y allí borran cache y DATOS… no eliminen la cuenta sin Borrar sus datos!!!».

Impacto en la imagen de Ridery

Este incidente ha puesto a Ridery en el ojo del huracán, amenazando seriamente su reputación y posición en el mercado venezolano de aplicaciones de transporte. La empresa, que hasta ahora gozaba de cierta popularidad como alternativa local a gigantes internacionales, se enfrenta ahora a un desafío sin precedentes en términos de relaciones públicas y fidelización de usuarios.

La controversia desatada por este episodio pone de manifiesto la compleja relación entre las empresas tecnológicas y el poder político en Venezuela, así como la rapidez con la que los ciudadanos se movilizan en las redes sociales para expresar su descontento.

Mientras tanto, la campaña de boicot contra Ridery continúa ganando momentum en las redes sociales, y queda por ver cómo reaccionará la empresa ante esta crisis de imagen y confianza que amenaza su futuro en el competitivo mercado de las aplicaciones de transporte en Venezuela.


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