El pasado 30 de noviembre, Eugenia de Borbón Vargas, hija mayor de Luis Alfonso de Borbón y Margarita Vargas, hizo su puesta de largo en el Baile de Debutantes de París. El evento, celebrado en el lujoso hotel Shangri-La, reunió a jóvenes de la élite internacional para una noche de glamour, tradición y filantropía. Eugenia, ataviada con un vestido de Carolina Herrera que su madre lució en la boda de Alberto de Mónaco y Charlene en 2011, fue presentada como «Su Alteza Real la princesa Eugenia de Borbón», título que asume la rama legitimista francesa de la que su padre, Luis Alfonso de Borbón, se proclama heredero.
Sin embargo, la imagen de cuento de hadas que rodeó a Eugenia durante el baile contrasta fuertemente con las polémicas que envuelven a su familia. Más allá del debate sobre la legitimidad de sus pretensiones al trono francés, Luis Alfonso de Borbón ha sido objeto de críticas por su ferviente defensa del legado de su bisabuelo, el dictador Francisco Franco, en España. Su rol como presidente de honor de la Fundación Nacional Francisco Franco, una organización que se enfrenta a una posible ilegalización por hacer apología de la dictadura, ha generado controversia y rechazo.
El contraste entre la opulencia del Baile de Debutantes y la defensa del franquismo por parte de Luis Alfonso de Borbón resulta, por decir lo menos, chocante. Mientras Eugenia bailaba el vals con el archiduque Carlos Constantino de Habsburgo-Lorena, bisnieto del último emperador del Imperio Austrohúngaro, en España se intensifican los esfuerzos por eliminar los vestigios de la dictadura, incluyendo la posible ilegalización de la Fundación Franco. La imagen de la joven Eugenia, ataviada con una tiara de V Muse Jewelry y rodeada de la élite europea, parece ajena a la oscura sombra del franquismo que aún se cierne sobre su familia.
El apellido Borbón, sinónimo de realeza y tradición, se ve empañado por la polémica figura de Luis Alfonso. Su insistencia en reclamar el trono francés, mientras defiende el legado de un dictador en España, genera una imagen contradictoria y difícil de conciliar. El lujo y la exclusividad del Baile de Debutantes, donde Eugenia fue la única en lucir una tiara, parecen pertenecer a un mundo ajeno a las realidades de la España actual, que lucha por superar las heridas del pasado.
Un vals sobre las ruinas del Banco del Orinoco
La imagen de Eugenia de Borbón abriendo el Baile de Debutantes con su padre, Luis Alfonso, al ritmo del Danubio Azul, evoca una escena sacada de un cuento de hadas. El vestido de Carolina Herrera, color azul claro y adornado con brillantes hilos dorados, que ya había lucido su madre, Margarita Vargas, en la boda real de Alberto y Charlène de Mónaco en 2011, reforzaba la imagen de un linaje regio y una tradición familiar impecable. Sin embargo, la elegante coreografía del vals no puede ocultar el eco de la crisis financiera que golpeó al Banco del Orinoco, entidad en la que Luis Alfonso figuraba como director suplente.
Mientras Eugenia giraba en el lujoso salón del Shangri-La, miles de clientes del Banco del Orinoco, muchos de ellos venezolanos que buscaban refugio de la turbulencia económica de su país, lamentan todavía la pérdida de sus ahorros. La quiebra de la entidad, declarada en bancarrota por el Banco Central de Curazao en 2019, dejó al descubierto un entramado de irregularidades financieras, incluyendo la utilización de documentación falsa en los informes financieros.
El título de “Su Alteza Real la princesa Eugenia de Borbón”, con el que fue presentada durante el baile, parece adquirir una connotación irónica a la luz de la debacle financiera que marcó la gestión del Banco del Orinoco. La tiara art déco de 1935, cedida por la firma V Muse, y el ostentoso vestido "vintage" de Carolina Herrera, símbolos de un mundo de privilegios y abolengo, contrastan crudamente con la desesperación de los clientes del banco que perdieron sus ahorros. El vals, ejecutado con gracia y perfección tras horas de ensayo, se transforma en una lamentable danza sobre las ruinas financieras del Banco del Orinoco.
La sombra de la corrupción: de la élite europea a la debacle financiera venezolana
La presencia de Eugenia en el baile no solo se vio marcada por las controversias políticas que rodean a su padre, sino también por las acusaciones de corrupción y fraude que persiguen a su abuelo materno, Víctor Vargas Irausquín, una figura conocida en el mundo financiero venezolano. Vargas, presidente del Grupo Financiero BOD, ha sido señalado por su cercanía al chavismo, beneficiándose en el pasado del control cambiario y obteniendo lucrativos contratos petroleros durante el gobierno de Hugo Chávez.
La fortuna familiar, exhibida con ostentación en el lujoso escenario del baile, tiene su origen en prácticas cuestionables que han dejado a miles de venezolanos en la ruina. La quiebra del Banco del Orinoco, filial del BOD, en 2019, dejó a sus clientes, muchos de ellos venezolanos que buscaban refugio de la crisis económica de su país, con pérdidas millonarias. Las autoridades financieras de Curazao acusaron al banco de utilizar documentación falsa en sus informes financieros, lo que llevó a su declaración de bancarrota.
La presencia de Luis Alfonso de Borbón como director suplente del Banco del Orinoco añade un nuevo nivel de controversia a la historia. Su imagen de "príncipe" europeo, con pretensiones al trono francés, fue utilizada para atraer a inversores que confiaron en la aparente solidez del banco. La realidad, sin embargo, fue muy distinta. Las acusaciones de estafa y la intervención de las autoridades financieras de Curazao, Panamá y Venezuela revelaron una trama de malversación de fondos y prácticas ilícitas que han dejado un saldo de víctimas y pérdidas millonarias.
La opulencia del vestido de Eugenia, un diseño de Carolina Herrera que evoca la realeza europea, contrasta con la miseria de miles de venezolanos que perdieron sus ahorros en la debacle de las filiales Grupo BOD. La tiara que adornaba su cabeza, símbolo de un linaje aristocrático, parece una burla para aquellos que fueron engañados por la imagen de respetabilidad y solvencia que la familia proyectó. La sombra de la corrupción se extiende desde el lujoso salón de baile parisino hasta las calles de Venezuela, recordándonos que el glamour y la exclusividad a menudo ocultan realidades mucho más oscuras.
Una red familiar tejida con hilos de corrupción
El escándalo financiero que envuelve a Víctor Vargas Irausquín no se limita a su persona. Francisco D’Agostino Casado, tío político de Eugenia y director de la Banca Privada del BOD, también ha sido blanco de serias acusaciones. D’Agostino fue sancionado por la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro de Estados Unidos en 2021 por su participación en una red que buscaba evadir las sanciones impuestas al sector petrolero venezolano. Esta red, que tenía vínculos con el exministro de petróleo Tareck El Aissami, se dedicaba a la venta de crudo venezolano en el mercado negro, enriqueciéndose a costa de un país sumido en una profunda crisis económica.
La relación de D’Agostino con el entramado de corrupción venezolano no termina ahí. Su nombre también aparece vinculado a Julio Herrera Velutini, un banquero venezolano-italiano acusado de sobornar a la exgobernadora de Puerto Rico, Wanda Vázquez Garced, para obtener favores políticos.
La presencia de Apple Martin, hija de Chris Martin y la actriz Gwyneth Paltrow, en el Baile de Debutantes, junto a Eugenia, pone en evidencia el contraste de una élite internacional que se codea con personajes vinculados a la corrupción y el lavado de dinero. Mientras Eugenia bailaba el vals con el heredero del imperio austrohúngaro, su tío político enfrenta desde hace tiempo serias acusaciones en Estados Unidos por sus negocios turbios en Venezuela.
El contraste entre la imagen de la joven Eugenia, rodeada de lujo y glamour, y las oscuras actividades de su familia resulta abrumador. El apellido Borbón, que debería evocar la grandeza de la realeza europea, se ve manchado por el escándalo y la corrupción. La puesta en escena del Baile de Debutantes, con sus vestidos de alta costura y sus joyas deslumbrantes, parece una farsa macabra cuando se contrasta con la realidad de un país saqueado y una familia que se ha enriquecido a costa del sufrimiento de miles de personas.
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